Rafael Nadal dejó París, pero su sombra sigue gobernando la arcilla. Y ahora, una confesión cargada de dramatismo por parte de Andy Murray ha reavivado un debate que parece casi prohibido en el tenis: ¿alguien podrá algún día destronar el récord imposible de 14 Roland Garros? Para Murray, la respuesta roza lo sobrenatural.
Mientras Carlos Alcaraz —heredero natural del tenis español— soñaba en silencio con alcanzar esa cima, el propio joven terminó rindiéndose ante la magnitud de lo logrado por Nadal, calificándolo como una “barbaridad fuera de este mundo”.
Pero fue en el emotivo homenaje del 25 de mayo en Roland Garros, con Djokovic, Federer y Murray reunidos como testigos de una era extinguida, donde el mensaje quedó sellado. Murray, visiblemente conmovido, fue tajante: romper ese récord sería un milagro. En privado, incluso habría confesado que Nadal convirtió París en su territorio personal, un lugar donde la lógica deportiva dejaba de existir.
El trasfondo añade aún más tensión a la historia. Murray, recién retirado tras seguir los pasos de Federer, reapareció inesperadamente en el entorno de Novak Djokovic meses después… solo para desaparecer de nuevo seis meses más tarde, en una separación rodeada de silencios incómodos.
Algunos sugieren que, tras convivir tan de cerca con el último gigante en activo, Murray entendió una verdad inquietante: ni siquiera la nueva generación, ni los métodos modernos, ni el tenis del futuro parecen suficientes para borrar lo que Nadal escribió sobre la tierra batida de París. Y así, el récord de 14 títulos no solo permanece intacto, sino que empieza a sentirse eterno.
